NO-Freetour

Del porqué en Cuenca Viajes no organizamos Freetours.

 
Mucha gente nos pregunta por qué desde Cuenca Viajes no organizamos freetours. Es lógico, porque el término freetour, anglicismo de lo más cool, se está poniendo tan de moda que está desplazando al término castizo de visita guiada. Tanto es así que muchas personas no conocen la gran diferencia que existe entre ambos. En las siguientes líneas vamos a tratar de explicarlo, y también vamos a exponer las 7 razones por las que creemos que en tu próxima estancia en Cuenca o en cualquier otra ciudad deberías elegir una visita guiada clásica y no lo que nos vamos a permitir llamar un “no-freetour”. Después opina y decide.  
 

1. Porque todos sabemos que no es gratis.

Algunas compañías afirman que realmente ese free no hay que traducirlo como “gratis”, sino como “de libre inscripción”. Es, por lo tanto y según dicen, un tour al que te puedes apuntar libremente. Desconocíamos que hubiera que aprobar o aportar algún tipo de requisito, currículo, oposición o certificado de penales para asistir a una visita guiada, ya que en teoría todos los servicios de guía de venta individual están abiertos a quien quiera incorporarse mientras queden plazas.

Antes de comenzar el supuesto guía ya lanza alguna advertencia del tipo “ya sabéis como funciona esto” o “a todos nos interesa que estos tours sigan ofreciéndose” o incluso insinuando la cantidad que considera correcto que se le entregue al finalizar su actuación.

Está claro que si fueran realmente gratis estas insinuaciones estarían fuera de lugar. Como decían nuestros abuelos, “nadie da duros a pesetas”. Eso sí, la confirmación definitiva se obtiene cuando después de finalizar, uno decide irse sin abonar nada. Haz la prueba.

 
2. ¿Mejores y más simpáticos?

Un argumento utilizado a menudo a favor de los freetours es que son mejores porque el guía sabe que si no se esfuerza no cobra.

Curiosamente casi siempre es lo contrario: los freetours son conducidos normalmente por jóvenes con poca experiencia que lo consideran un suplemento o un trabajo puente útil sobre todo cuando estás viviendo en otro país, simultaneas con estudios o buscas un primer trabajo. También cuando eres más propenso a dejarte explotar. Todos conocemos a alguien que estuvo trabajando unos meses en Berlín o en Budapest haciendo este tipo de tours y acabó harto de ver cómo sólo una pequeña parte de la recaudación iba a sus bolsillos.

Hay de todo como en botica, pero es muy habitual que los guías a cargo de los freetours suelan estar muy poco motivados después de un breve plazo de tiempo, resultado de la explotación laboral a la que son sometidos por plataformas de venta online y empresas sin escrúpulos. Pese a lo que se suele creer, solamente en un pequeño porcentaje son ellos mismos los organizadores y promotores del tour que realizan, y saben que son carne de cañón fácilmente reemplazable, guías pipiolos de usar y tirar a los que se mantiene en el puesto un periodo de tiempo no muy largo, antes de que adquieran la experiencia suficiente para que empiecen a pensar por su cuenta y se conviertan en un problema.

Por el contrario, el guía convencional es un profesional que suele contemplar dedicar toda su vida laboral al oficio de guía y que pretende jubilarse como tal, tanto como trabajador autónomo como empleado por una empresa según toda la normativa vigente. Tanto en un caso como en otro, en la excelencia laboral le va un puesto de trabajo que no es precisamente un minijob basura. Tiene que verse muy desesperado o muy forzado por las circunstancias para pensar organizar o integrarse en el engranaje de un freetour

En todo caso, guías buenos y no tan buenos los hay en todas las ciudades y tanto en freetours como en visitas guiadas al uso. Si no quieres ir a ciegas en la contratación de un servicio de guía en cualquier ciudad del mundo, existen varias páginas de opiniones en Internet (desde Google hasta TripAdvisor) donde se pueden encontrar cientos de valoraciones de otros clientes, reales y no filtradas, que te ayudarán a elegir guía. Por supuesto, no las de las propias plataformas de venta de los freetours, que eliminan sistemáticamente cualquier comentario negativo de sus “clientes”.  
 

3. Porque favorece a los grandes intermediarios.

Al hilo de lo apuntado arriba, en muy pocos años una corta serie de plataformas de venta han establecido un oligopolio sobre la comercialización online de los freetours. Lo que la mayoría de los mortales desconoce es que el guía o la empresa local que presta el servicio debe abonarles una media de 2 € por cada cliente aportado. Es por eso que siempre hacen formalizar una “reserva” online (con datos personales del asistente) para un servicio que, según ellos, es libre. Gran parte de esta comisión, que llega a suponer el 50% de la misma, será de nuevo invertido en Google para situarse los primeros en su motor de búsqueda y postergar otras opciones.

Por ejemplo, si un cliente entrega 5 € de “pago” al guía, 2 € serán para la plataforma que ejerce de intermediaria y 1 € de estos para Google. Esto en el caso de que no exista otra empresa interpuesta que subcontrata al guía, en cuyo caso el beneficio sufre otra mordida. Si además el guía optara por expedir tickets, recibos o facturas simplificadas de lo que cobra, otros 0,86 € corresponderían a la Agencia Tributaria en concepto de IVA. Tres euros es ya un escaso beneficio antes de cumplir obligaciones fiscales, con lo que no debería extrañar a nadie que un alto porcentaje de los guías que ofertan freetours opten por saltarse esta última parte, salvo una serie de honrosas excepciones normalmente motivadas por haber incurrido en una inspección tributaria previa.  

Por lo tanto, cada vez que se contrata un freetour no se está favoreciendo a los negocios locales, esto es, al guía profesional autónomo que patea con gusto su ciudad o a la pequeña empresa de guías que intenta pelear contra gigantes, sino a plataformas virtuales y multinacionales con amplia plantilla de técnicos cuya única labor es colocar su portal de venta en Google o en Bing por encima de las pequeñas empresas de Cuenca, Siena y Sebastopol. Luchar contra ellas es como pretender que la web de un hotel esté por delante de Booking. Sin embargo, todas las empresas locales dedicadas a las visitas guiadas en cualquier ciudad de mundo tenemos sitios web propios con motores de reserva y pasarelas de pago disponibles para nuestros clientes (con tarjeta de crédito, Paypal, Bizum…) Solamente hay que bajar un poco más en el buscador para encontrarnos.

 
4. Porque Hacienda somos todos,…

… recordando el famoso eslogan de los 70 inspirado en un discurso de Bravo Murillo. Generalizar siempre es odioso, pero a nadie debería extrañar demasiado que, por su propia naturaleza, los freetours sean por lo general una fuente sistémica de economía sumergida y fraude fiscal, que por su escaso monto y las dificultades de rastreo han ido escapando hasta el día de hoy del control de la autoridad tributaria.

Evidentemente puede rebatirse que ese fraude fiscal también puede darse en profesionales y empresas dedicadas a los servicios de guía tradicionales. Ello es cierto, pero de existir ocultación de ingresos tendría que serlo en mucha menor medida, por una serie de razones. La primera, porque la mayor parte de los pagos ya se hace por vía telemática, con lo que ahí no cabe el fraude. En un freetour se “paga” solamente en efectivo. La segunda, porque incluso al abonar en metálico el importe de la visita guiada, todos nuestros clientes reciben un ticket con numeración correlativa, con un importe fijo y con el desglose del IVA pertinente, cuyas matrices tienen que ser conservadas a disposición de la inspección correspondiente y cuyo exacto importe debe ser ingresado en cuenta corriente. En cambio, un “guía” que pone la mano al final del freetour no entrega nada más allá de la sonrisa incómoda de rigor. Incluso aunque expida un recibo, al ser variable la cantidad que recibe puede escribir en su matriz (y luego declarar) el importe que le venga en gana. La tercera, porque con el margen que trabajamos los profesionales autónomos y las pequeñas empresas, te podemos asegurar que no queda ningún margen para desviar dinero a B sin hacer entrar en pérdida la cuenta de explotación y entrar en impago de nóminas (sujetas a convenio colectivo), Seguridad Social, riesgos laborales, protección de datos, local, teléfonos, tributos variados a cargo de toda una pléyade de administraciones y asesor fiscal. Una parte importante de culpa de este escaso margen de maniobra la tiene la competencia desleal que generan los freetours.

La competencia es positiva en tanto todos los actores sigan las mismas reglas, lo que redunda en mayor competitividad y mejores condiciones para el cliente. Pero los freetours, claro, no juegan con las mismas reglas.  

A nadie le gusta pagar impuestos, y menos todavía muchos impuestos, que además y para más escarnio vemos dilapidar todos los días por gestores ineptos. Pero si queremos tener unos razonables servicios sanitarios, sociales y educativos, y disfrutar de buenas infraestructuras, no queda otra que contribuir. Así que creemos que va siendo hora de examinar atentamente los nuevos tipos de relación laboral que este modelo de negocio va poco a poco introduciendo en diferentes sectores de la actividad económica. El día que empecemos a ver un free-architect, un free-mechanic, un free-plumber, contratado a través de una plataforma de Internet y donde luego se estile “poner el cazo” libre de impuestos después de un servicio en lugar de cobrar una tarifa sujeta a tributación, pues apaga y vámonos. El que crea que eso no va a ocurrir, le aseguramos que es sumamente miope.  
 

5. Y por supuesto la Seguridad Social…

Evidentemente, puede haber precariedad laboral o no tanto en un freetour como en un servicio de guía convencional, pero rápidamente cualquiera se da cuenta que el primer caso es campo abonado, desde el momento en que se asume que el guía que cubre un freetour es un objeto desechable: veinteañero, sin experiencia, a la busca de un trabajo complementario en tanto termina los estudios o la oposición, quizás en país ajeno… defender los derechos del trabajador o pensar en cotizar para una jubilación decente, décadas después, es algo que ni se plantea. Tampoco la asistencia sanitaria: ¿Qué te va a pasar con veinte años?

Si quieres una prueba de esto, mira las condiciones de cualquier plataforma online de intermediación en sus sitios web: no controlan y no se hacen responsables de que los guías y empresas con las que trabajan cumplan con la normativa laboral. No les interesa: si se cumpliera verían peligrar tanto sus márgenes de beneficio como la dependencia de los lacayos que quieren contratar.

Aquí tienes de todo. Desde gente trabajando sin ningún tipo de alta laboral ni contrato, hasta falsos autónomos (de usar y tirar en cuanto expira la bonificación de nuevo alta), pasando por contratos temporales a cada cual más miserable, y por supuesto sin respetar el convenio colectivo. Es algo de lo que nadie suele acordarse, pero los guías de turismo como profesionales con estudios superiores y certificado oficial de idiomas tenemos convenio colectivo, con un sueldo mensual de unos 1.600 € al mes. También, por supuesto, hay un pequeñísimo porcentaje de empresas que ofertan freetours y que cumplen rigurosamente. Pero el adjetivo es exacto: pequeñísimo. 
 

6. No olvidemos la habilitación.

La profesión de guía está liberalizada en toda la Unión Europea. Eso significa que cualquier profesional puede trabajar en cualquier lugar cumpliendo los requisitos laborales y fiscales de cada país o territorio. Cada país de la UE establece unos criterios para acceder a la titulación de guía de turismo (habitualmente unos estudios universitarios y luego un examen de ingreso) que da derecho a una habilitación para trabajar que es válida en toda la Unión. Los criterios y la dureza de ese acceso pueden ser muy variables, pero ahí están. Para ser guía, como en tantas otras profesiones, hay que cumplir unos requisitos.

Aparte de esta regla general, hay algunos territorios de la Unión (muy pocos) que tienen desregularizada la profesión de guía de turismo. Eso significa que cualquiera puede ejercer sin necesidad de ninguna titulación. En España ocurre en un par de comunidades autónomas: Madrid y País Vasco.

Es decir, tanto una visita guiada convencional como un freetour en Madrid podrían ser cubiertos por mi primo Paco (que es un gran electricista) en los fines de semana para redondear el sueldo. En Cuenca o en Córdoba no podría hacerlo. Mi primo no distingue el arte romano del románico (fue de ciencias desde el minuto uno), pero te aseguro que tiene don de gentes y se lleva a todo el mundo de calle. Total, si al 80% de la gente que acude a un freetour le cuentas lo de la catedral romana del siglo XII y cuela. O no. Ya te puedes imaginar la calidad de servicio a la que conduce eso, aunque aquí no podría pasar.

¿No? Una visita guiada clásica es una actividad económica remunerada, y ahí mi primo no tendría opciones. Pero un freetour no. Mi primo no está trabajando: puesto que es una visita gratuita en la que “no se cobra” tampoco hay relación contractual. Lo hace por amor al arte, con lo que no es necesaria ninguna titulación ni la preparación que lleva detrás. Si algo le cae al terminar, eso que se lleva a casa el pobre en premio a tantos desvelos. Bueno, a casa se llevará con suerte la mitad, que hay que engrasar a los intermediarios.
 

7. Y Final: porque los guías no queremos limosnas, sino el trato digno que se merece cualquier profesional.

¿Te imaginas que el panadero te entregase una barra de pan supuestamente gratis y luego te pidiese “la voluntad”? ¿O pagarle al taquillero del cine a la salida según te haya gustado más o menos la película? ¿Por qué nosotros tenemos que ser diferentes al resto de profesionales y renunciar a una tarifa previamente fijada, y aceptada libremente por el cliente entre otras opciones a su disposición?

En nuestra empresa somos guías oficiales con años de experiencia, pero es que además entra en juego la vocación, puesto que hemos elegido esta profesión como un medio de realización personal y profesional a lo largo de buena parte o de toda nuestra vida laboral, y porque la apreciamos tanto como a nuestra ciudad. Estábamos antes de los freetours y seguiremos aquí cuando sean prohibidos como en Italia o perseguidos por la Agencia Tributaria como lo son ya en alguna ciudad española.

Queremos ser profesionales liberales, no proletariado de servicios esclavizado a una plataforma de Internet, y mucho menos dedicarnos a la mendicidad con comercialización online.

Ahórrate la escena de dar un billete mal doblado a un “guía” que evita mirarlo como el camarero que cobra con tarjeta mientras metemos el PIN. Una cosa es una propina, es decir, una recompensa voluntaria por parte de un cliente satisfecho, que va añadida al pago del servicio. Las propinas han existido desde que el dinero es tal y en miles de profesiones de cara al público. Se dan con satisfacción, se reciben con orgullo de trabajo bien hecho y, todo sea dicho, se declaran a Hacienda. Y otra cosa es cobrar “de tapadillo”. ¿Te imaginas a tu jefe llamándote al despacho el día 30 y diciendo: “Toma majo, esto para ti que este mes ha estado regular”, y acto seguido entregándote una caja de zapatos con un montón de billetes de 5 y 10 € arrugados?

Nunca se me olvidará la anécdota de un “guía” de Viena que fue registrado por la policía al pensar que acababa de vender droga a una pareja. Es algo surrealista, pero claro, es que las formas son las que son.

Por no hablar de los que abandonan los freetours escondiéndose por las esquinas porque se están aburriendo y no quieren dar nada. ¿O es que si no te gusta el servicio te vas a atrever a decirle: “Oye, que nosotros nos vamos sin darte nada, ¡hasta luego!”? Pagas lo justo y sales corriendo antes de que eche cuentas, maldiciendo no haber abonado una visita guiada de las de toda la vida, en la que tienes todos tus derechos como consumidor. Más vale que te guste el freetour.

Ah, y si de repente recibes un mensaje en el móvil 10 minutos antes de la visita donde la plataforma online te avisa de que tu visita se cancela sin dar más explicaciones, ya te puedes quejar a quién quieras. Te da igual. Lo que habías hecho no era una reserva, aunque la palabra apareciese por ahí. Si subes una queja al foro de opiniones de la plataforma no la van a publicar, así que ahórratela.   

Hace poco me topé en la Plaza Mayor con un “guía” que acababa de terminar su “no-freetour” y estaba contando el dinero in situ, en plena calle. Como un indigente. Ni se molestaba en ser discreto. No pudo evitar exclamar en voz alta “¡5 € de m…..!”. Y no pude más que pensar “Sí, de los cuales por lo menos dos ya sabes para quien son”.

Una verdadera pena.

Así que por todo esto en Cuenca Viajes no organizamos ni organizaremos nunca un no-freetour. Por orgullo profesional de guías de turismo, por oficio, y porque aún queda clase.




CONTACTA CON NOSOTROS

658 629 185 - 606 669 609 -    Email