Cuenca Inédita XII: Alfarjes del Castillo de Belmonte


De nuevo a la gran fortaleza belmonteña. Este es de los monumentos provinciales que no importa visitar una y otra vez, tanto por su ingente valor...

De nuevo a la gran fortaleza belmonteña.
Este es de los monumentos provinciales que no importa visitar una y otra vez, tanto por su ingente valor artístico como por la meritoria restauración que lo ha sacado de su calamitoso estado anterior y que todavía continúa. Espléndida puesta en valor que tanto contrasta, por cierto, con toda una panoplia de horrorosas intervenciones que en los últimos años han desfigurado buena parte de la arquitectura militar de la provincia de Cuenca.
"Quod natura non dat, Salmantica non prestat", que diría mi entrañable don Vicente.



Pero estamos con Belmonte, y hoy toca mirar arriba. En el castillo de Belmonte hay techos de dos épocas bien distintas: de la etapa de construcción de la fortaleza (entre 1456 y 1473, año en que la obras se interrumpieron); y de la profunda restauración del siglo XIX a cargo del arquitecto Alejandro Sureda y ordenada por Eugenia de Montijo, que se pulió en la fortaleza de sus mayores la escalofriante cantidad de seiscientos y pico mil reales de 1860, que si eres emperatriz de la Francia hay una reputación que mantener.





Así que los artesonados y alfarjes del castillo de Belmonte son un popurrí de maravilloso gótico-mudéjar del siglo XV y de recreación historicista decimonónica a lo Viollet-le-Duc. Pero qué soberbio conjunto.








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